ELEMENTAL ha entregado detalles sobre el proyecto de paseo peatonal y ciclovía que en 14,5 km de extensión juntará las comunas de Vitacura, Providencia, Recoleta y Huechuraba, rodeando la base del Cerro San Cristóbal y siguiendo la huella del antiguo Canal del Carmen.
El costo total del proyecto será del orden de 16 millones de dólares, y se realizará en dos etapas. La primera se espera para Marzo 2015 y se ocupará del sector poniente del parque con 7,2 kms de extensión, un recorrido equivalente a ir desde Plaza Italia hasta Estación Metro Pajaritos, por un parque y sin cruzarse nunca con un auto. Mientras que la segunda etapa debiera estar lista en Septiembre 2015 y desarrollará en el sector oriente una extensión de 7,3 kms, comparable a un trayecto desde Plaza Italia hasta Av. Manquehue.
Conoce a continuación, la propuesta de ELEMENTAL, que busca generar un espacio que facilite la intensidad de uso, promoviendo además el diseño de espacios públicos de calidad: "El Paseo Metropolitano al ser plano, horizontal y sin cruce de autos promueve un zócalo mas democrático del espacio público".
Descripción de los Arquitectos. En Chile, la geografía es mucho más potente que el entorno construido. La Cordillera de Los Andes por ejemplo, es mucho más relevante a la hora de definir la identidad de Santiago que cualquier edificio o monumento. Pero la geografía no es solo una cuestión visual. Una de las mejores cosas de Santiago es su clima: inviernos benevolentes, veranos secos, amaneceres y atardeceres frescos durante todo el año. Basta mirar las pinturas y grabados que describen el origen y la fundación de la ciudad para darse cuenta que nuestro patrimonio más valioso es la geografía como figura y como fondo.
Por otro lado, Chile también es conocido por ser un país que a pesar de un crecimiento económico sostenido en las últimas décadas, tiene una de las tasas de inequidad más vergonzosas de la región, lo cual está creando un “clima” de creciente tensión social. Tales inequidades están brutalmente expresadas en la ciudad, y en Santiago quizás más que ninguna otra, con barrios que desde todo punto de vista tienen estándares de primer mundo y otros, la mayoría, con estándares muy, pero muy inferiores, segregados los unos de los otros.
La pregunta entonces es: ¿Puede Santiago usar sus elementos más distintivos, su geografía y su clima, como herramientas de integración?
Para corregir inequidades, casi lo único que se escucha en el debate público es la redistribución del ingreso. Para redistribuir, la educación juega un rol clave: el supuesto detrás de esto es que una mejor educación permite un acceso a mejores trabajos y un mejor empleo implica un mejor salario y por lo tanto la posibilidad de pagar por una mejor calidad de vida. Una cosa así toma tiempo, porque antes de tener una generación mejor educada, hay que tener una generación de profesores mejor educada. En cualquier caso hay que tener claro que aunque fuéramos pacientes, el problema de la inequidad no es en estricto rigor un problema sólo económico, sino sobre todo cultural. A lo que habría que aspirar, más que a la igualdad es a la integración.
La ciudad en ese sentido puede ser vista como un atajo hacia la equidad. Proyectos urbanos estratégicamente identificados pueden mejorar la calidad de vida sin siquiera tocar el ingreso mensual. Con un salario exactamente igual, viviendo exactamente en el mismo lugar donde se obtuvo una vivienda, una familia puede ver incrementada su calidad de vida si proyectos de transporte colectivo, de infraestructura urbana y de espacio público de alto estándar son implementados en la ciudad. El espacio público es particularmente eficiente para generar un efecto redistributivo. Los espacios públicos más exitosos, son aquellos construidos sobre los elementos geográficos de las ciudades: costaneras a lo largo de la costa, paseos a los largo de ríos, miradores sobre los cerros, por nombrar sólo algunos, naturalmente capitalizan el potencial de la geografía para sustentar lugares urbanos de calidad. Espacios públicos de escala geográfica pueden en ese sentido ser considerados recursos frescos y herramientas poderosas para corregir inequidades.
Desafortunadamente Santiago no tiene espacios públicos de la escala y el estándar que permitan hacer uso de la geografía como atajo hacia la equidad. No hay un sólo espacio público en Santiago que tenga una dimensión acorde con la escala metropolitana que ha alcanzado. No hay un sólo espacio público suficientemente extenso para poder dar un buen paseo; luego de apenas un par de minutos uno debe cruzar calles o empezar a preguntarse por dónde seguir. El río Mapocho, el lugar natural donde se podría haber constituido un paseo de esta naturaleza, fue ocupado por autopistas y carreteras, dejando veredas y áreas verdes intermitentes.
Sólo nos queda una última oportunidad: El Parque Metropolitano de Santiago en el cerro San Cristóbal. Se trata de un brazo que se desprende de la cordillera de los Andes avanzando sobre el valle de Santiago; su dirección y forma desvía diagonalmente el curso del río Mapocho funcionando como una especie de represa geológica que acumula el material sacado de la cordillera por el río al punto que hay una diferencia de casi 100 metros de altura si se compara el pie de cerro oriente con el pie de cerro poniente del Parque Metropolitano. Esta barrera geográfica natural significó que históricamente la parte norte de la ciudad no tuvo agua que permitiera explotarla agrícolamente. Por esta razón durante la colonia se construyó una canal de irrigación que rodeaba la base del cerro, el Canal El Carmen, para llevar agua a las tierras del norte. Más tarde, en la década del 60, ese canal de regadío se entubó para atravesar directamente el cerro y la huella seca de ese canal quedó disponible en el pie de monte.
En 1999, el arquitecto Ricardo Torrejón presentó como Tesis de Titulo un proyecto para transformar la huella del antiguo Canal El Carmen, el cual tenía una extensión de más de 10 km en un paseo peatonal. Dado que el valle de Santiago tiene una pendiente constante de 2 por ciento en sentido oriente poniente y este canal de regadío tenía una pendiente de 4 por mil –es decir prácticamente horizontal- a medida que se avanza por la huella hacia el poniente, se tiene la impresión de elevarse por sobre el valle y por sobre la perfil de la ciudad. Cuando Torrejón comenzó a trabajar en Elemental, tomamos como propio su proyecto y comenzamos a trabajar para transformar esta especie de Zócalo del cerro en un Paseo de escala geográfica que pudiera pagar la deuda histórica de Santiago de espacio público de Santiago y poder contar por fin con un lugar donde poder disfrutar de su geografía y su clima.
A pesar de su posición privilegiada en el valle y en la ciudad, el Parque Metropolitano es visitado apenas por 5 millones de personas al año; cada ciudadano visita apenas 1 vez al año el Parque. A pesar de los esfuerzos notables que se han hecho para transformar lo que era originalmente sólo una enorme masa rocosa en un área verde, el hecho que sea un cerro hace que sea un lugar en el que es difícil pasear. Lo que hace la diferencia puede ser sutil pero muy real: las vías del Parque Metropolitano están en pendiente y deben ser compartidas entre peatones , ciclistas y automóviles. Se practican algunos deportes en sus caminos, pero no es posible ir a pasear o andar en bicicleta con niños, caminar con adultos mayores o simplemente jugar a la pelota porque no hay superficies horizontales; sólo un plano horizontal separado del auto permite el nivel de despreocupación necesario y típico del paseo. La importancia de contar con un Paseo Metropolitano es que introduce una vía horizontal, peatonal continua de escala geográfica que hace más democrático el acceso al cerro y a un espacio público de alto estándar.
A pesar de lo sencillo de la operación para transformar un antiguo canal de regadío en un espacio público de escala geográfica–la parte más difícil, esto es, hacer un corte en la ladera ya estaba hecha- pasaron 10 años sin que fuéramos capaces de convencer a las distintas autoridades de la importancia de este proyecto. Era evidente que el recurso más escaso no era el dinero sino la voluntad política. Finalmente en el 2008, durante la primera presidencia de Michelle Bachelet , llegó por fin la oportunidad de colocar la primera piedra del Paseo Metropolitano: la Junta Nacional de Jardines Infantiles, JUNJI, estaba buscando un lugar para crear un parque para niños. Su directora nacional, Estela Ortiz, estuvo de acuerdo en diseñar el Parque de la Infancia, en la ladera poniente del cerro, en uno de los barrios más deficitarios en términos de áreas verde por habitante y de usar el limite superior del Parque como la piedra fundacional del Paseo Metropolitano.
El terreno tenía una fuerte pendiente y decidimos usar esa dificultad en su mayor valor. La pendiente podía ser usada para resolver el dilema clásico de un parque de juegos: ¿hacerlo seguro o hacerlo entretenido? Al estar sobre una ladera podíamos acumular altura para los resbalines (entretenido) sin tener que estar nunca a más de 30cm del suelo (seguro). O podíamos construir casas en los árboles que llegando a su copa sin nunca tener que escalar sino simplemente caminando horizontalmente. Al coincidir el límite superior del Parque de la Infancia con el antiguo canal de regadío, el día de la inauguración del Parque en abril de 2012 se podría decir que fue el día en que se puso la primera piedra del Paseo Metropolitano. En 2013 la administración del Parque nos pidió implementar un tramo del Paseo en la parte oriente del cerro, pero nos pidió bajar el estándar de Paseo Metropolitano al de sendero rústico.
El 2014, durante la segunda administración de la Presidenta Bachelet, la Intendencia Metropolitana identificó al Paseo como uno de los proyectos que podía contribuir a mejorar la calidad de la vida de la ciudadanía a gran escala y a un costo relativamente bajo. Ellos asumieron el compromiso político de completar la totalidad de los 14km de extensión del Paseo Metropolitano. Durante este primer año se ejecutarán 4km con el estándar de paseo. Simultáneamente se comenzará con el desarrollo e ingeniería de detalle que permita licitar los restantes 10 km y poder así conectar de manera directa comunas ricas y pobres. Esto es relevante porque al dar acceso a espacios públicos de calidad se estaría reduciendo la deuda histórica de Santiago en esta materia pero sobre todo se estaría corrigiendo la tiranía de los promedios: Santiago tiene en principio, 4m2 de área verde por habitante : lo que no se dice es que en realidad, las comunas ricas tienen más de 18m2 de área verde por habitante mientras las comunas pobres menos de 1m2 por habitante.
Un Paseo Metropolitano por tanto, no sólo permite un acceso directo y democrático a nuestro mayor bien medioambiental incrementando la calidad de vida por medio de un espacio publico de alto estándar; también introduce una vía peatonal y de bicicletas que conecta de manera amigable y directa comunas ricas con comunas populares. Las ciudades se miden por lo que en ellas se puede hace gratis. En un país tan desigual como Chile, esto es particularmente importante. Espacios públicos de calidad no son sólo una demanda propia de una sociedad que ha resuelto sus necesidades básicas, sino además una herramienta redistributiva fundamental. La ciudad, y el espacio público especialmente, son un mecanismo de compensación para todos aquellos que no pueden acceder a una mejor calidad de vida de manera privada. Por lo tanto la ciudad, en la medida que esté bien diseñada puede funcionar como un atajo hacia la equidad, como una fuente de recursos mas eficiente que el dinero para mejorar la calidad de vida de la gente.